Helena Ancos

1 de septiembre de 2019

 

La organización Business Roundtable reúne a los presidentes ejecutivos de 181 de las mayores corporaciones de Estados Unidos, desde Amazon hasta Xerox, pasando por las mayores empresas de comercio minorista (Walmart), tecnología (Apple), energía (Exxon Mobil), telecomunicaciones (AT&T), automóviles (Ford), finanzas (JP Morgan Chase), entre muchas otras. En total, estas empresas superan los 15 millones de empleados y una facturación anual de 7 billones de dólares.

El pasado 16 de agosto, en pleno verano, los líderes de estas empresas hicieron pública  una declaración en la que asumen un cambio de visión radical sobre la política de sus corporaciones desde hace más de 20 años, y que ha guiado el capitalismo estadounidense durante décadas: la maximización del beneficio de los accionistas.

En la declaración afirman que los «Principios de gobierno corporativo que … desde 1997 han declarado que las corporaciones existen principalmente para servir a sus accionistas … no describen con precisión las formas en que nosotros y los demás consejeros delegados nos esforzamos cada día para crear valor para todas nuestras partes interesadas, cuyos intereses a largo plazo son inseparables«.

Más concretamente, una de las organizaciones empresariales más influyentes de los EEUU se compromete con cinco puntos:

  • Entregar valor a los clientes. “Promoveremos la tradición de las empresas estadounidenses que lideran el camino para cumplir o superar las expectativas de los clientes.»
  • Invertir en los empleados. “Esto comienza con compensarlos de manera justa y proporcionar beneficios importantes. También incluye apoyarlos a través de capacitación y educación que ayudan a desarrollar nuevas habilidades para un mundo que cambia rápidamente. Fomentamos la diversidad y la inclusión, la dignidad y el respeto.
  • Tratar de manera justa y ética a los proveedores. “Estamos dedicados a servir como buenos socios para las otras compañías, grandes y pequeñas, que nos ayudan a cumplir nuestras misiones.”
  • Apoyar a las comunidades en las que trabajan.” Respetamos a las personas en nuestras comunidades y protegemos el medio ambiente adoptando prácticas sostenibles en todos nuestros negocios.”
  • Generar valor a largo plazo para los accionistas, “que proporcionan el capital que permite a las empresas invertir, crecer e innovar. Estamos comprometidos con la transparencia y el compromiso efectivo con los accionistas”.

 

¿Marketing o el comienzo de un cambio de rumbo?

Ni que decir tiene que algunas de las empresas firmantes se han destacado en los últimos años por prácticas que poco tienen que ver con políticas responsables: desde las denuncias en la cadena de valor de Apple por el empleo de trabajo infantil y las pésimas condiciones laborales, pasando por la política de Walmart para con sus empleados, la falta de responsabilidad fiscal de Amazon o el escándalo de la ballena de Londres de la banca JP Morgan por citar solo algunos casos. De ahí que el escepticismo marque el punto de arranque de esta declaración.

Como afirmaba Gil Friend recientemente ”las declaraciones audaces pueden ser una distracción y una tapadera, un intento de desviar el creciente escepticismo sobre el capitalismo moderno y el comportamiento de las corporaciones globales, tanto en todo el mundo como en los sistemas monetario / político de los Estados Unidos. Pero también pueden ser un estandarte, proporcionar un grito de guerra: una piedra de toque contra la cual las acciones pueden medirse y los declarantes deben rendir cuentas.”

En la trayectoria de la RSC y la sostenibilidad sabemos que las declaraciones de principios han sido cortinas de humo y han servido a lo largo de la historia reciente de los negocios, como efectivas campañas de marketing, reactivas a crisis puntuales o preventivas para evitar la imposición de regulaciones cuando cundía el rechazo social a determinadas prácticas empresariales.

¿Aporta algo nuevo esta declaración?

¿Qué sentido tiene ahora esta declaración? ¿Aporta algo nuevo a los firmantes?

  • En primer lugar, es preciso reconocer que la declaración no va acompañada de ninguna hoja de ruta, especialmente, para convencer a los accionistas de que pasan a ser los príncipes destronados, esto es, ahora el accionista pasaría a ser solo una más de las cinco partes interesadas que deben guiar las decisiones empresariales, junto con los empleados, los clientes, los proveedores y las comunidades.

 Algunas reacciones no se han hecho esperar. Como la del Council of Institutional Investors (CII) No estamos de acuerdo con la declaración. Sugiere obligaciones corporativas con una variedad de partes interesadas, colocando a los accionistas en último lugar y haciendo referencia a los accionistas simplemente como proveedores de capital en lugar de como propietarios«.

Y la presión de los inversores todavía sigue siendo muy residual. No hay que olvidar que Larry Fink, el CEO de BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo, se alineó en su carta anual con la obtención de beneficios a largo plazo y un nuevo liderazgo empresarial, pero no sólo sus políticas de inversión parecen estar alejadas de estas declaraciones sino que recientemente supimos que había perdido más de 90 mil millones de dólares en sus inversiones en combustibles fósiles.

  • Nuevamente, la ambigüedad de las propuestas.

¿»Invertir en nuestros empleados» incluirá la reducción de la brecha salarial e incluso compartir las ganancias de productividad?

¿»Apoyar a las comunidades en las que trabajamos» irá más allá de campañas de acción social para invertir en el desarrollo local? ¿Se medirán los impactos?

¿Proteger el medio ambiente implicará la prevención de las externalidades medioambientales negativas y la regeneración de los ecosistemas?

  • No hay que olvidar que EEUU está en plena carrera electoral y prácticamente todos los candidatos, -incluso el presidente Trump- han incluido las desigualdades salariales en la campaña. Los demócratas también han hecho del precio de los medicamentos, o las emisiones contaminantes y el cambio climático temas de su agenda.

En otros contextos, el populismo también se está alineando al nacionalismo verde, como estrategia renovada para captar votos.

 

El debate sobre la urgencia de un capitalismo diferente, del paso del capitalismo financiero al del capital natural, humano, social y económico compartido, debe elevarse a nivel empresarial, estas alturas de la película, a planes de acción concretos.

El lenguaje es uno de los activadores de la acción. Algunos negocios comenzarán a transformarse, otros harán cambios superficiales, pero sin acciones concretas no hay nada. Y en el estadio actual de los negocios y de la economía se precisan mucho más que acciones; son necesarios cambios incrementales y estas empresas deben liderarlas.